el misterio de la taza de te
“Esta pequeña historia tiene su origen en la segunda década del siglo XX…
El barrio del Carmen de Valencia era antaño el centro neurálgico de la ciudad. Estaba formado por un enjambre de callejuelas serpenteantes que se retorcían anárquicamente, delimitadas por dos de las torres que unían entre sí las murallas…”
Así comienza el libro. El tiempo se desliza a través de sus páginas de la mano de tres generaciones de una misma familia y de otros seres que, como los zarcillos de una enredadera, se entrecruzan con ellos.
El placer y el dolor. La alegría de vivir. Las esperanzas, frustraciones y el miedo, van dejando su huella de distinta manera sobre cada uno de los personajes. Porque aunque las emociones sean las mismas, cada ser humano las sufre y reacciona ante ellas de forma muy distinta.
mares,desiertos y recuerdos
Una hermosa mañana de verano me desperté con la
angustiosa sensación de que ya habían transcurrido, por lo menos,
dos tercios de mi vida.
Estaba en nuestro apartamento de la playa disfrutando del
mar, del calor y del sol y mi cuerpo parecía haber rejuvenecido,
aunque no era completamente cierto porque cada verano cumplía
un año más.
Aquella mañana en particular, acababa de cruzar el umbral
de lo que, eufemísticamente, se llama “la tercera edad”. Durante
todo el día estuve distraída, como si mi personalidad se hubiese
desdoblado. Agradecí las sinceras felicitaciones de toda mi familia y
de mis amigos, saboreé la paella especial con la que me deleitaron y
me dejé embriagar por la sangría fresca y reconfortante, pero algo,
muy dentro de mí, no estaba allí. Transcurrió el día. En el silencio y
la soledad de aquella noche, tumbada en la hamaca de la terraza y
mirando el brillante reflejo de la luna de agosto sobre el mar,
descubrí que en mi interior había comenzado a florecer la semilla
que hacía muchos años que planté: “tenía que escribir un libro de
memorias”. Pero ¿cómo hacerlo?
Mientras contemplaba el disco amarillo de la luna ascender
en el cielo, comencé a rememorar retazos de mi vida pasada como si
hubieran sido imágenes de un cuento, y eso me dio la idea de
narrar mi pasado en tercera persona. Yo sería una simple
espectadora y, desde esa cómoda posición, podría mantenerme
alejada de la joven que fui. Sin pensarlo dos veces, me convertí de
repente en la guionista y la directora de la obra que poco a poco se
iba representando en mi imaginación. Al día siguiente comencé a
escribirla.
No me fue nada fácil concretar en palabras la multitud de
imágenes, sensaciones y sentimientos que, como estrellas fugaces,
se entrecruzaban en mi memoria. Los recuerdos no están
archivados por orden como si se tratara de las carpetas en un
archivador y por eso, cada día escribía una historia, la impactante
sensación de un bello recuerdo o la angustia de algún dolor pasado.
Y así, muy lentamente, a lo largo de años fui entrelazando
recuerdos y vivencias hasta completar el libro que ahora está entre
tus manos.
Espero que el amable lector sepa seguir mi juego. Del
pasado al presente, ese presente que, en este momento de mi vida,
es también mi lejano pasado.