Cuentos fantásticos y otros no tanto
Portada y prólogo del libro de relatos.
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Acababa de despedir a su vecina y volvió a sentarse en la mecedora que su hermano le regaló para el día de su cumpleaños…
Elisa era una mujer sencilla, corriente, aunque no me atrevería a definirla como vulgar. A primera vista, nada en su forma de vestir, de peinarse o de hablar, llamaba la atención… Pero cuando…
Nuestro hombre, se acercaba al pueblo silbando con dificultad porque todavía no dominaba el aire que tenía que insuflar a través de su nueva prótesis dental…
Pero, ¿de qué estoy hablando?, si alguien alcanza a leer este breve relato de hoy, jamás comprenderá con exactitud lo que pretendía comunicar…
De entre las brumas de mis recuerdos infantiles surge esta historia, novelada, sobre la vida apasionada y aventurera de mis abuelos.
En aquellas maravillosas ‘reuniones literarias’ entre amigas, cada una de nosotras tenía que comentar brevemente un capítulo del Quijote. Este fue mi trabajo…
¿Me quedan cicatrices de aquellas frustraciones? Quizás. Pero todas y cada una de ellas, son cicatrices bellas. Heridas dibujadas como hermosos recuerdos sin el menor rencor…
Su rostro sonriente, brillaba iluminado por la amarillenta y bailarina luz de una pequeña vela. Aplaudimos, y seguimos buscando…
Esa grandeza inmensa que parece ocultar bajo su manto húmedo, millones de enigmas y de sabiduría…
A la entrada del Desfiladero, cada día, cada minuto, cada segundo, comienza un milagro en este planeta que llamamos Tierra…
La primera vez que me fijé en ellos, hará unos tres años, he de reconocer que fue por su exquisito aspecto físico. Sus modales educados y finos…
Al frente, ante mis ojos, el parabrisas del coche de mi vida, había perdido su transparencia, oculto tras el barro, no me permitía ver, pero no me importaba…
En éstas estaba nuestro amigo Jenaro cuando acertó a pasar por su calle, Agustín, el boticario, al que cariñosamente apodaban “Seisdedos”…
El muchacho, caminando despacio, ha alcanzado la última roca del rústico espigón…
Lo que en su día fue aguda espadaña de ermita, se doblaba humillada y vencida sobre la triste ruina…
Lo primero que alertó mi consciencia dormida fue el chirrido angustioso de metales batiéndose…
¡Entra! No te quedes ahí fuera esta noche tan fría. Siéntate un rato junto al hogar, conmigo…
Yo, desde mi luz lejana quisiera consolarla, quisiera acariciarla, decirle que la quiero, que el amor nunca muere…
Las cartas resbalaban de cuatro manos torpes. La partida seguía y ella volvió a ganar. Ya no había sonrisas…
Beatriz se mostraba dichosa y deseaba fervientemente ponerle fin al espacio vacío que había en sus recuerdos de infancia…
LA VERACRUZ DE MADERUELO… este pequeño trabajo no es ni una ‘novela’ ni un “relato”…
Te conozco muy bien y, aunque no dejo de amarte, de admirarte y de regocijarme con todos tus encantos, hay veces que te odio porque tienes mil caras…
Y para hacernos reír movía suavemente sus voluminosas caderas haciendo crujir el metal, hasta que conseguía que la escalera se balancease peligrosamente…
Nuestra calle era estrecha, pequeña, una breve frontera entre el asfalto gris y la negra y fértil tierra de las huertas cercanas…
No tengo ningún temor a lo que existe fuera de estas cuatro paredes. Ni al estruendo del trueno que persigue al brillo cegador del relámpago, sin embargo estoy aterrorizada…
Diego seguía feliz en el dulce limbo de ese desconocido espacio que se encuentra antes de que nuestro raciocinio comience a descubrirnos la vida real…
Bajamos la escalera que separa la diminuta calle del Duque de Osuna de la calle Princesa y tuvimos que taparnos la nariz para evitar el olor de los orines que…